Ruah de Dios

«En la búsqueda de reconciliación entre cristianos y entre todos los hombres, se impone el descubrir gestos, simples pero reales, que acompañen la palabra de reconciliación».

Para nuestra reflexión publicamos esta carta escrita por el Hermano Roger de Taizé, en 1975.
[El Jubileo de 1975 fue un Año Santo proclamado y celebrado por el papa Pablo VI. Fue llamado «Año Santo de Renovación y Reconciliación»]

Acabada la carta al papa, que mañana pondré en manos de Pablo VI:
“A fin de salir de uno de los atolladeros del ecumenismo, nos parece esencial desde hace años, a pesar de las separaciones seculares, vivir en una comunión de amor y de confianza con el papa, obispo de Roma.

En lo concerniente al ministerio del obispo de Roma me ha sido dado, a lo largo de estos años, resumir como sigue la expectativa de tantos hombres:

Se espera en primer lugar del pastor universal que permanezca atento a la justicia entre los hombres y dentro de la Iglesia. Que mueva entonces consecuentemente, no solo a la Iglesia católica sino también a las Iglesias no católicas, hacia una gran simplicidad de medios, y a no apoyarse en su marcha en poderes económicos o políticos.

En segundo lugar lo que espera del obispo de Roma es que haga el máximo posible para que la reconciliación de los cristianos tenga lugar sin pedir a los no católicos tener que renegar de sus familias de origen. Incluso con vistas a una comunión más universal, más ecuménica, verdaderamente católica, renegar va contra el amor. Incluso con miras a un amor mayor, los hombres no pueden en conciencia herir el amor hacia aquellos que los hicieron nacer a la fe. Entre quienes les han trasmitido la fe están, a menudo, un padre y una madre. ¿Abriría entonces el obispo de Roma la eucaristía a todo bautizado que crea en la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo, y que busca con pasión la unanimidad de la fe, sin por ello pedirle renegar? (Hoy escribiría: ...sin por ello pedirle ser un símbolo de negación).

Al terminar el año de la reconciliación, mi viaje a Roma tiene una intención particular. En la búsqueda de reconciliación entre cristianos y entre todos los hombres, se impone el descubrir gestos, simples pero reales, que acompañen la palabra de reconciliación.

Como pastor universal ya desde hace años usted ha pedido perdón por si algo podía serle imputado en los motivos de la separación entre bautizados.

En Taizé, una intención particular nos apremia: pedir perdón al pastor universal, el obispo de Roma, tanto por las divisiones, antiguas o nuevas, entre los cristianos, como por la lentitud en la búsqueda de la reconciliación.

Esta voz es pobre y desprovista de fuerza. De ningún modo suficiente como respuesta a su palabra. Sin embargo, guardar silencio en este año de la reconciliación me parecería traicionar el Evangelio.

¿No es acaso esencial ponerlo en acción para que el Año Santo sea prolongado mediante gestos concretos de reconciliación ecuménica, los que irá indicando el Espíritu Santo a través de una ardiente búsqueda?

Frère Roger, Taizé
Carta al Papa Pablo VI,
recogida en su diario el 17 de diciembre de 1975
Asombro de un amor
Editorial Herder (1980)

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